viernes, 25 de noviembre de 2011

Adviento 2011

ADVIENTO: CAMINO DE ESPERA Y ESPERANZA
JOSÉ GALLARDO ALBERNI, josegallardoalberni@gmail.com
EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ).
ECLESALIA, 25/11/11.-Se aproxima el adviento. Se le puede poner muchos adjetivos. Primero es “camino”, es decir, movimiento, dinamismo, no estancamiento, no rutina, no inercia. Son palabras que todos los años nos proponemos, pero nos cuesta cumplir. Ese camino que hacemos andando tenemos que hacerlo juntos: acompañados por el hermano, pero con la meta en él, es decir, en Dios.
Flaco favor le hacemos a los demás y a nosotros mismos si nuestro adviento se reduce a la celebración litúrgica. Se quedaría en algo externo, superficial, en el sacrificio, evocando las palabras del profeta Oseas: misericordia quiero, no sacrificio (Os 6, 6)
Si recordamos las palabras de Jesús en el último domingo del tiempo ordinario (cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis), el amor al prójimo es exactamente igual al amor de Dios. Por tanto, lo que no hagamos por los necesitados, por los que sufren, por los perseguidos, por los oprimidos, no lo hacemos por Dios. Esas palabras tan radicales nos urgen a que el camino del adviento lo recorramos, lo vivamos de forma activa. Con el hermano en el centro (luego con Dios en el centro). Esas palabras de Mateo son nuestro mapa para el camino; nuestro bastón será el amor de Dios, que damos a los demás.
¿Qué esperamos en este adviento? ¿Qué debemos esperar? Esperamos al Dios hecho hombre, al Dios como nosotros, al Dios sufriente, al Dios cercano, al Dios que es amor.
Para ese acontecimiento tan trascendental en nuestra vida no solo debemos prepararnos en este adviento sino que toda nuestra vida debe ser un viaje de preparación. Pero con la suficiente madurez como para no poner como excusa ese viaje. Para no escudarnos en una eterna preparación. Un viaje es un medio, no un fin. El fin es la llegada, la meta, donde nos esperan paisajes maravillosos, experiencias maravillosas, personas maravillosas. ¿Cómo nos preparamos? No solo litúrgicamente sino estando al lado del que sufre. Estando al lado del necesitado estaremos al lado de Dios, preparados para lo que nos pida, para lo que necesite de nosotros.
Igual que el camino del adviento es un camino activo, la espera también tiene que serlo. Es decir, una espera con esperanza. Si nuestro mapa es el evangelio y nuestro bastón el amor de Dios, nuestra ropa para ese camino es la esperanza. Una ropa maravillosa que Mateo compara con los lirios del campo. ¿A qué si no se refiere el evangelista? ¿Qué es ese mandato de no preocuparse de nada sino tener esperanza?
Esperanza no solo en un paraíso futuro en el que no haya lágrimas ni llantos. La esperanza evangélica es en el prójimo, en el hombre. Esperanza en que este mundo (formado por hombres) es posible que sea mejor. Esperanza en que nuestra participación en este mundo va a ser fructífera, duradera y merecedora de nuestro esfuerzo.
La esperanza teórica no sirve para nada. La esperanza tiene que adaptarse a nuestro cuerpo, ser cómoda, tenemos que estar cómodos con ella, tiene que ser duradera, de calidad.
Con estas vestiduras, dignas del mismísimo Apocalipsis, con estos ingredientes, estaremos preparados para el viaje de nuestra vida. Una vida a ser vivida en común, compartiendo bienes, amores, generosidades, alegrías, sufrimientos,… Una vida compartida y vivida con el otro, con el otro como centro, con Dios en el centro.

viernes, 15 de abril de 2011

En camino con Cristo hacia la Pascua

Jesús, la Iglesia, los pobres, van camino de la Pascua.
Su noche se hace ahora dura oscuridad. Es la última etapa de su “abajamiento” hasta la muerte, hasta la cruz.
Esta vez la tempestad no se calma, y la barca se hunde. Esta vez la muerte no retrocede, y el espíritu ha de ser entregado. Esta vez, el hombre queda solo con el misterio de Dios. En la cruz, con el crucificado, queda la noche de la fe.
El Domingo de Ramos en la Pasión del Señor es nuestra primera celebración del éxodo de Jesús desde este mundo al Padre.
En este día, la Iglesia recuerda la entrada de Cristo en Jerusalén para consumar el misterio pascual”.

Bendito el que viene en nombre del Señor”:
Entonces era la gente que iba con Jesús la que gritaba: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Hoy lo proclamas tú, Iglesia convocada a la celebración anual de los misterios de la Pascua.
Entonces lo decían quienes habían reconocido en Jesús de Nazaret la imagen del Mesías esperado. Hoy lo proclama la comunidad de los discípulos que el Mesías ha llevado consigo desde la esclavitud a la libertad.
Entonces, la multitud de los que iban con Jesús, no sólo lo aclamaban, sino que, a su paso, unos “extendían sus mantos por el camino”, otros “cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada”. Hoy, porque recuerda la libertad que ha recibido y hace memoria del Rey que se la ha dado, la comunidad de los discípulos, la asamblea de los pobres, agita ramos de olivo en sus manos y, con el manto de la fe, alfombra el camino del que ha venido “en nombre del Señor” para ser su salvador, su redentor, su liberador.

Anonadamiento:
Deja, Iglesia de Cristo, que el profeta te lleve de la mano al conocimiento del misterio, y “mira a tu Rey, que viene a ti, humilde”. Instruida por su palabra, podrás ver en Jesús de Nazaret, pobre y humilde, el sacramento de la salvación que te visita.
Mira a tu Rey”: Humilde fue su nacimiento, humilde lo has visto que aprendía en Nazaret, humilde lo has visto trabajar por la redención de todos, humilde lo ves ahora que viene a ti, “montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila”, humilde lo verás que pende en el árbol de la cruz, fruto misterioso que la caridad de Dios ha madurado para que vivas.
El profeta te dice: “Mira a tu Rey que viene a ti”; y la fe entiende que tu Rey viene por ti, viene para ti, viene porque te ama.
Mira a tu Rey”: El profeta lo dice “humilde”, y tú, aleccionado por el Espíritu, entras en el misterio de esa humildad. Viene “humilde” tu Rey, pues viene en tu condición humillada, en tu humanidad, en tu pequeñez. Viene “humilde” tu Rey, pues, al encarnarse el Hijo de Dios, hizo suyo para llevarlo él, lo que llevábamos nosotros porque era nuestro: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron”.
Mira a tu Rey”: No viene a ti con legiones de ángeles, tampoco con legiones de soldados; viene a ti ungido para evangelizar a los pobres, para proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista, para anunciar el año de gracia del Señor.
Mira a tu Rey”: Verás a tu salvador, verás que vine a ti tu redentor, y aclamarás a tu Señor, a tu Dios.

Plenitud:
Has entrado en el misterio de lo que Cristo ha recibido de ti. Considera ahora lo que tú has recibido de él.
Algo muy grande ha de ser, pues con solo haberlo visto en la pequeñez de un niño, tomándolo en brazos, el justo Simeón bendijo a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu salvador”. Grande es sin duda lo que llena la vida de un hombre, sus deseos, sus esperanzas; pero grande hasta la plenitud ha de ser lo que cumple las esperanzas de todos, todos los deseos, todas las promesas.
La gente que, subiendo a Jerusalén, iba aquel día delante y detrás de Jesús, reconoció en él al Rey mesiánico que llegaba a Sión. Allí donde los ojos sólo ven a un hombre pobre y humilde; la fe contempla al Mesías justo y triunfador, que suprimirá carros y caballos para el combate, que romperá el arco guerrero, y proclamará la paz a los pueblos. Por eso la gente lo aclama: _ ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Viva el Altísimo! Aclaman por lo que ven, por lo que se les ha revelado, por lo que creen, por lo que la fe les permite esperar.
Pero a ti se te han manifestados misterios que el justo Simeón no pudo conocer, y que las gentes que iban con Jesús no pudieron sospechar. Tú has bebido en Cristo un agua que salta hasta la vida eterna. Tú has sido iluminado en Cristo por la luz de Dios. Tú has resucitado con Cristo a vida nueva. A ti se te ha concedido creer y renacer por el agua y el Espíritu para ser hijo de Dios. Por eso aclamas: _ ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Viva el Altísimo!

Que el hombre no separe lo que Dios ha unido:
En aquella ocasión, a quienes le preguntaban por matrimonio y divorcio, Jesús les respondió: _ ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.
Es éste un gran misterio”, escribió el apóstol Pablo, y añadió: “Y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia”.
Es éste el misterio de comunión que consideraba el obispo Agustín cuando, en sus comentarios sobre los salmos, escribió: “No pudo Dios hacer a los hombres un don mayor que el de darles por cabeza al que es su Palabra, por quien ha fundado todas las cosas, uniéndolos a él como miembros suyos, de forma que él es Hijo de Dios e Hijo del hombre al mismo tiempo, Dios uno con el Padre y hombre con el hombre”.
Esto es lo que crees, Iglesia de Cristo, y en esto es en lo que serás tentada.
Recuerda las palabras que el tentador dice a Jesús en el desierto: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Recuerda también las que le dicen a tu Señor, al que es tu cabeza, quienes pasaban cerca de él en la hora tenebrosa de su pasión: “Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz”. Si eres Hijo de Dios, niega tu condición de Hijo del hombre. Puesto que eres grande, anula los límites de tu pequeñez. Ya que eres fuerte, anula tu debilidad.
No separes, Iglesia de Cristo, tu pequeñez de su grandeza, pues él no separa su grandeza de tu pequeñez. Tu Señor abrazó tu condición y bajó contigo hasta tu muerte, hasta tu cruz. Tu Señor baja contigo, con tus hijos, con tus pobres, a las filas de los que no encuentran trabajo, a los cartones de los que no tienen hogar, a los caminos del emigrante, a la clandestinidad del que no es rentable, a las pateras de los que nunca llegan a destino. Tu Señor baja contigo al lecho de tu enfermedad, al de tu agonía, al de tu muerte. Tu Señor baja contigo, en tus hijos, en tus pobres, a los caminos que recorres humillada, despreciada, ultrajada, crucificada.
Ama esa pequeñez que Cristo hizo suya, y agradece la plenitud que de Cristo has recibido. Clama en tu dolor, pues es dolor verdadero; pero no olvides orar por quienes te hacen sufrir, e invocar sobre ellos la gracia del perdón.

Ésta es tu procesión:
Recordando con fe y devoción la entrada triunfal de Jesucristo en la Ciudad Santa, le acompañaremos con nuestros cantos, para que participando ahora de su cruz, merezcamos un día tener parte en su resurrección”.
Hoy acompañamos a Cristo y lo aclamamos, no tanto por la resurrección que esperamos se manifieste un día en nuestra mortalidad, cuanto por la certeza de que el Rey ya ha venido humilde a la tierra de nuestra debilidad. No te alegras por lo que en Cristo aún esperas alcanzar, sino por lo que ya en él has recibido.
Hoy, mientras con palabras de evangelio recuerdas a tu Rey que viene a ti, humilde, ves en él a tus hijos, ves en él a tus pobres. Y si vuelves los ojos a tus hijos, a tus pobres, ves en ellos el rostro de tu Señor. Alégrate y goza, Iglesia cuerpo de Cristo, pues sabes que ya no recibirás pobres sin que en ellos te visite tu Rey, y no recibirás al Rey sin que venga con él su cortejo de pobres.
No temas a los que intenten parodiar tu camino. “No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más”. Si conociesen al Señor, también ellos vendrían a caminar contigo. Ámalos. Tal vez un día los veas agitar a tu lado el ramo de la alegría y del agradecimiento.

Ésta es tu Eucaristía:
La fe te dice quién viene a ti en la Eucaristía que celebras: Viene el Señor; escuchas su palabra, comulgas su Cuerpo y su Sangre.
Recuerda, Iglesia de Cristo, las palabras que hablan de tu unión con él: “Ya no son dos, sino una sola carne”. Proclama de nuevo las palabras del profeta: “Decid a la hija de Sión: Mira a tu Rey, que viene a ti, humilde”. Viene humilde en su palabra y en su pan; viene y se te ofrece para ser tuyo, como son tuyos las palabras que escuchas y el pan con que te alimentas; viene y se queda en tu pequeñez, en tus hijos, en tus pobres; tu Rey irá contigo “en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad”, irá siempre contigo, porque “ya no sois dos, sino una sola carne”.
La Eucaristía que celebras es sacramento de amor extremo, del amor con que el Hijo de Dios vino a ti, del infinito amor con que, despojado de su rango, ceñida la toalla de la condición humana, te lavó los pies para que tuvieras parte con él.
Reconoce en la diversidad de los signos la unidad del misterio que se te revela. El que se entregó a ti cuando te dijo: “Tomad, esto es mi cuerpo”,  se te entregó de manera semejante cuando se arrodilló a tus pies para lavarte. El que partió para ti el pan con que te alimenta, él mismo es la fuente de la que brota el agua con que te purifica.
En tu Eucaristía, como en tu procesión, agradeces lo que ya has recibido de tu Señor, te asombras de reconocerle unido a ti para siempre en tu humanidad, de saberte unida a él en su divinidad, y aprendes a vivir del amor que has conocido.

Éste es tu canto:
Podemos aclamar a Jesús, acompañándolo como la multitud que subía con él a Jerusalén. El canto nace de la fe que permite reconocer en Jesús al Rey que, humilde, viene a ti.
Proclamando, con ramos de palmas: ¡Hosanna en el cielo!, podemos profetizar con los niños hebreos la resurrección del Señor. El canto anuncia lo que la multitud aún no podía conocer, y anticipa, en la alegría de los niños, la alegría de los fieles por Cristo resucitado.
Con la Virgen María, podemos proclamar la grandeza de Dios, porque en el Rey que a nosotros viene humilde, el Señor ha mirado nuestra humillación e hizo maravillas en sus pobres.
Jesús, la Iglesia, los pobres, van camino de la Pascua.
Mientras dure la noche, caminemos a la luz del amor.

Tánger, 14 de abril de 2011.


┼ Fr. Santiago Agrelo Martínez
Arzobispo de Tánger


jueves, 14 de abril de 2011

Viernes Santo

No te bajes de la cruz.

          Según el relato evangélico, los q pasaban ante Jesús crucificado se burlaban de él y, riéndose de su sufrimiento, le hacían 2 sugerencias sarcásticas: Si eres Hijo de Dios, «sálvate a ti mismo» y «bájate de la cruz». Ésa es exactamente nuestra reacción ante el sufrimiento: salvarnos a nosotros mismos, pensar sólo en nuestro bienestar y, por consiguiente, evitar la cruz, pasarnos la vida sorteando todo lo que nos puede hacer sufrir. ¿Será Dios así? ¿Alguien que sólo piensa en sí mismo y en su felicidad? Jesús no responde a la provocación de los que se burlan de él. No pronuncia palabra alguna. No es el momento de dar explicaciones. Su respuesta es el silencio. Un silencio que es respeto a quienes lo desprecian, comprensión de su ceguera y, sobre todo, compasión y amor. Jesús sólo rompe su silencio para dirigirse a Dios con un grito desgarrador: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? No le pide que lo salve bajándolo de la cruz. Sólo que no se oculte, ni lo abandone en este momento de muerte y sufrimiento extremo. Y Dios, su Padre, permanece, en silencio. Sólo escuchando hasta el fondo ese silencio de Dios, descubrimos algo de su misterio. Dios no es un ser poderoso y triunfante, tranquilo y feliz, ajeno al sufrimiento humano, sino un Dios callado, impotente y humillado, que sufre con nosotros el dolor, la oscuridad y hasta la misma muerte. Por eso, al contemplar al crucificado, nuestra reacción no es de burla o desprecio, sino de oración confiada y agradecida: “No te bajes de la cruz. No nos dejes solos en nuestra aflicción. ¿Para que nos serviría un Dios que no conociera nuestra cruz? ¿Quién nos podría entender?” ¿En quién podrían esperar los torturados de tantas cárceles secretas? ¿Dónde podrían poner su esperanza tantas mujeres humilladas y violentadas sin defensa alguna? ¿A que se agarrarían los enfermos crónicos y los moribundos? ¿Quién podría ofrecer consuelo a las víctimas de tantas guerras, terrorismos, hambres y miserias? No. No te bajes de la cruz pues si no te sentimos «crucificado» junto a nosotros, nos veremos más «perdidos». Pagola.

Escándalo y locura.

         Los primeros cristianos lo sabían. Su fe en un Dios crucificado sólo podía ser considerada como un escándalo y una locura. ¿A quién se le había ocurrido decir algo tan absurdo y horrendo de Dios? Nunca religión alguna se ha atrevido a confesar algo semejante. Ciertamente, lo primero que todos descubrimos en el crucificado del Gólgota, torturado injustamente hasta la muerte por las autoridades religiosas y el poder político, es la fuerza destructora del mal, la crueldad del odio y el fanatismo de la mentira. Pero ahí precisamente, en esa víctima inocente, los seguidores de Jesús vemos a Dios identificado con todas las víctimas de todos los tiempos. Despojado de todo poder dominador, de toda belleza estética, de todo éxito político y toda aureola religiosa, Dios se nos revela, en lo más puro e insondable de su misterio, como amor y sólo amor. No existe ni existirá nunca un Dios frío, apático e indiferente. Sólo un Dios que padece con nosotros, sufre nuestros sufrimientos y muere nuestra muerte. Este Dios crucificado no es un Dios poderoso y controlador, que trata de someter a sus hijos e hijas buscando siempre su gloria y honor. Es un Dios humilde y paciente, que respeta hasta el final la libertad del ser humano, aunque nosotros abusemos una y otra vez de su amor. Prefiere ser víctima de sus criaturas antes que verdugo. Este Dios crucificado no es el Dios justiciero, resentido y vengativo que todavía sigue turbando la conciencia de no pocos creyentes. Desde la cruz, Dios no responde al mal con el mal. "En Cristo está Dios, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino reconciliando al mundo consigo". Mientras nosotros hablamos de méritos, culpas o derechos adquiridos, Dios nos está acogiendo a todos con su amor insondable y su perdón. Este Dios crucificado se revela hoy en todas las víctimas inocentes. Está en la cruz del Calvario y está en todas las cruces donde sufren y mueren los más inocentes: los niños hambrientos y las mujeres maltratadas, los torturados por los verdugos del poder, los explotados por nuestro bienestar, los olvidados por nuestra religión. Los cristianos seguimos celebrando al Dios crucificado, para no olvidar nunca el "amor loco" de Dios a la humanidad y para mantener vivo el recuerdo de todos los crucificados. Es un escándalo y una locura. Sin embargo, para quienes seguimos a Jesús y creemos en el misterio redentor que se encierra en su muerte, es la fuerza que sostiene nuestra esperanza y nuestra lucha por un mundo más humano. Pagola.

POEMA

Aquel que no era nada más que de Dios Palabra
fue nada menos que Dios callando en un madero:

Entre sus manos, impedidas para abrazar por los dos clavos,
se acunaron los sufrimientos más amargos de este mundo.

En sus ojos, emborronados para mirar por sudor y sangre,
se vertieron las lágrimas más inocentes de esta tierra.

De su boca, desencajada para perdonar por bofetadas,
se escaparon las palabras más tiernas de esta historia.

Por sus entrañas, desgarradas para amar por una lanza,
se pasearon los sentimientos más puros de esta humanidad.

Aquel que no era nada más que de Dios Amor
fue nada menos que Dios amando en el madero.

Jueves santo

Una Cosa por la que vale la pena vivir y morir: el amor

Son muchas las voces que en el mundo nos alertan sobre las situaciones de injusticia que los pobres están sufriendo a causa de un mundo rico que "pasamos" de ellos. son muchas las voces que nos advierten de los males que tal estado de cosas nos pueden acarrear. Son muchas las voces que nos hablan de una civilización del amor, de que otro mundo es posible y que hoy podemos acabar con el hambre en el mundo si queremos. Algunas de estas voces siguen apostando por la esperanza. Nosotros estamos entre ellas. Otras claman con indignación e impotencia ante la falta de voluntad para que las cosas cambien, mientras muchos inocentes mueren en sus brazos. Entre estas voces hay hombres y mujeres de la gestión pública, dirigentes de todas las religiones y ateos que apuestan por el hombre, generosos colaboradores y voluntarios de muchas instituciones, religiosas y misioneras abnegados, personas que empeñan sus vidas a favor de sus semejantes.
De estos testimonios recojo tres que, como tantos otros, dan que pensar y rezar. "En la gran parábola del Juicio final, el amor se convierte en el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de una vida humana. Jesús se identifica con los pobres: los hambrientos y sedientos, los forasteros, los desnudos, enfermos o encarcelados" (Benedicto XVI).
El misionero de Hernani, Ángel Olaran, con una extensa labor humanitaria de más de cuarenta años en África, ha denunciado durante el acto en el que ha recibido la Medalla de Oro de Guipúzcoa 2010, "el abuso económico, social, cultural, político e incluso religioso del Primer Mundo sobre el Tercero: Visto desde el mundo enriquecido, se aplaude este tipo de servicio, pero desde el empobrecido, este aplauso puede llegar a producir náuseas. Una sociedad que se enriquece de los que no tienen que comer es diabólica. Por encima de los derechos básicos, nuestra ansia de poder material contribuye a este desequilibrio que mata, y esto sí que es un arma de destrucción masiva".
"Solo hay una cosa por la que vale la pena vivir: el amor; el amor a la mujer, a los amigos, a la familia, a tu trabajo... Todo lo demás es vanidad. No soy religioso. Lo que no quiere decir que sea ateo".

ORACIÓN
Gracias, Señor, porque esta tarde,
en tu Pan y en tu Palabra,
nos has entregado tu vida y tu presencia.

Tú, el Maestro y el Señor,
 te has puesto a nuestros pies
para hablarnos de amor y de servicio.
Esa es tu grandeza y será la nuestra
si sabemos imitarle y servir a los hermanos.

Gracias, Señor, por pedirnos que te recordemos,
para ser, en torno a tu mesa, una comunidad viva.

Gracias, Señor, porque compartir tu Eucaristía
nos alimenta para compartir la vida,
en entrega confiada y amorosa
a ti y a los hermanos que nos has dado.

jueves, 7 de abril de 2011

Oración de Cuaresma

Personalizar la vida cristiana supone haber escuchado la invitación a la fe, haberse enfrentado con la llamada a la conversión, haberse encontrado con la presencia del Señor en la propia vida, haber sido agraciado  personalmente con el descubrimiento del tesoro del Reino y haber respondido personalmente con la voz propia e insustituible de la aceptación, la acogida, la conversión, la sumisión, el gozo, la disponibilidad, el reconocimiento.

CARTA DE DIOS


Tú que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos. Entusiásmate con ellos, reconócete. Acéptate, anímate y piensa que desde este momento puedes cambiar tu vida para bien si te lo propones y te llenas de entusiasmo.
Y sobre todo, si te das cuenta de toda la felicidad que puedes conseguir con solo desearlo. Eres mi creación más grande, eres mi milagro . No temas comenzar una nueva vida, no te lamentes nunca, no te quejes, no te atormentes.
 ¿Cómo puedes temer si eres mi milagro? Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del universo. Eres único, nadie es igual a ti. Te hice perfecto, sólo en ti está el aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo y seguir siempre adelante . Hasta el fin. Simplemente porque eres libre. Te hice libre. En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen la felicidad. Te hice perfecto para que aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyas con las tonterías.

Te di el poder de pensar. Te di el poder de imaginar. Te di el poder de amar. Te di el poder de crear. Te di el poder de determinar. Te di el poder de planear. Te di el poder de sonreír. Te di el poder de hablar. Te di el poder de rezar... Y te seguí por encima de los ángeles... cuando te di el poder de elección. Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad.

¿Qué has hecho de estas tremendas fuerzas que te di? No importa.  A partir de hoy olvida tu pasado usando sabiamente ese poder de elección.

Elige amar en lugar de odiar. Elige dar en lugar de robar. Elige reír en lugar de llorar. Elige actuar en lugar de aplazar. Elige alabar en lugar de criticar. Elige crecer en lugar de consumirte. Elige crear en lugar de destruir. Elige bendecir en lugar de blasfemar. Elige perseverar en lugar de renunciar. Elige vivir en lugar de morir. Elige curar en lugar de herir.

Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida. Crece cada día un poco más en el optimismo y en la esperanza. Deja atrás los miedos y los sentimientos de derrota. Yo estoy a tu lado siempre. Llámame, búscame, acuérdate de mí. Vivo en ti desde siempre, te estoy esperando para amarte. Si has de venir hacia mí un día... que sea HOY, en este momento. Cada instante que vivas sin mí es un instante infinito que pierdes de PAZ.
Trata de volverte niño, simple, inocente, generoso , dador, con capacidad para conmoverte ante la maravilla de sentirte humano... porque puedes conocer mi amor puedes sentir una lágrima, puedes comprender el dolor... No te olvides que eres mi milagro. Que  te quiero feliz, con misericordia, con piedad, para que este mundo que transites pueda acostumbrarte a  reír, siempre que tú... también aprendas a reír... Y si eres mi milagro, entonces, usa tus dones y cambia tu medio ambiente contagiando esperanza y optimismo sin  temer, porque Yo estoy a tu lado... Te besa, Dios.

MOMENTO DE SILENCIO
Evengelio según San Mateo (21,33-43,45)

Escuchad esta otra parábola. Había un hacendado que plantó una viña la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se ausentó. Al llegar la vendimia envió sus criados a los labradores para recoger los frutos. Pero los labradores agarraron a los criados, hirieron a uno, mataron a otro y al otro lo apedrearon. De nuevo envió otros criados, en mayor número que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Finalmente les envió a su hijo pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero, vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia “ Le echaron mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. ¿Qué os parece? ¿cuándo vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores? Le respondieron: Acabará de mala manera con esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo. Jesús les dijo: - ¿No habéis leído nunca en la escrituras: La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en piedra angular; esto es obra del Señor y es realmente admirable? Por eso os digo que se os quitará el reino de Dios y se entregará a un pueblo que dé a su tiempo los frutos que al reino corresponden. Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron estas parábolas, comprendieron que Jesús se refería a ellos.

ORACIÓN
SEÑOR:

En mi interior se mezclan dos personas con mi mismo carnet de identidad, sólo que el uno es fabuloso y el otro un desastre, el uno casi un héroe y el otro un cobarde, el uno es solidario , mientras el otro, egoísta...
En mi misma personalidad se mezcla el hijo de Adán que no quiere someterse a nada ni a nadie, reivindicando, una soberanía absoluta, y el hijo del Espíritu, que te busca, y te desea como tierra agostada, reseca, sin  agua y que grita ¡ABBA! ¡PAPÁ!.

Concédeme, Señor, humildad suficiente para saber reconocer mis debilidades y para saber, también, reconocer la porción de buena simiente que hay en mí, buen grano que viene de Ti.

Dame también la lucidez y fuerza suficiente para detectar y asumir el mal que oscurece mi vida.

Por último, Señor, concédenos una nueva oportunidad para salvar a  nuestro pobre mundo. Ten misericordia de nosotros,  ten paciencia, Señor, un año más.

Reflexión 5

Pendiente en la cruz por ti. Si tuviéramos que pensar en la muerte de un Dios, nunca hubiéramos pensado en clavarlo en un palo y dejarle allí en agonía horrorosa viendo a la muerte que se acercaba lentamente, y que se frotaba las manos, ante la pieza que iba a cobrar. Horror e ignominia.

Pendiente de la cruz por ti. ¿Quién es? Para unos es un malhechor, un impostor, un rey de burla, un falso mesías. Pero para otros era un rey de gracia y misericordia; por eso el ladrón le suplicaba: Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. ¿qué diría Juan, el discípulos amado, las piadosas mujeres, que diría José de Arimatea y Nicodemos, que diría su madre María? ¿Y qué quieres decir tú? ¿Quién es para ti ese que cuelga de la cruz? Tú ya puedes hablar con más conocimiento de causa, porque has experimentado en ti la fuerza de su resurrección. Tú ya sabes que es el Siervo de Dios que cargó con tus dolencias, que fue azotado, herido y crucificado para que tuvieras vida y que dio su vida para manifestarte su amor.

Recuerda y medita: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos; En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros; Me amó y se entregó por mí. Quédate con estas palabras, grábalas en tu corazón, ábrete a este amor inmenso de Cristo crucificado y dile sincero tu amor. Pendiente en la cruz por ti, para que ter acerques. Levantado en alto por ti, para que lo mires. Entre el cielo y la tierra por ti, intercediendo. Llorando y agonizando por ti, para que vivas. Y los brazos abiertos por ti, para abrazarte.
  Y para que tú prolongues mis abrazos, y siempre la tierra de semillas fraternales y brote una floración de reconciliación y solidaridad.

Horario Semana Santa

MARTES 12 DE ABRIL

19´30H CONFESIONES EN LA PARROQUIA


VIERNES 15 DE ABRIL

21´00H VIA CRUCIS POR LAS CALLES.


DOMINGO 17 DE ABRIL DOMINGO DE RAMOS

12´00H BENDICIÓN, PROCESIÓN DE RAMOS HACIA LA IGLESIA Y EUCARISTÍA.

JUEVES SANTO

    17’00H SANTOS OFICIOS:
    LA CENA DEL SEÑOR.

    22’00H: HORA SANTA:
    ORACIÓN EN EL HUERTO.

VIERNES SANTO

    17´30H SANTOS OFICIOS:     
    ADORACIÓN DE LA CRUZ.

SÁBADO SANTO

    0´00H VIGILIA PASCUAL.

CELEBRACIÓN DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO.

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

  12´00H EUCARISTÍA DE RESURRECCIÓN.

Sin contemplaciones:


En la pasión del Señor se pueden discernir varias procesiones que salen del Pretorio con Jesús y lo siguen hasta el lugar del Calvario.
Hay una procesión, más bien vergonzante, que hacen los discípulos de Jesús. No se les ve, porque tienen miedo y se han escondido. Pero están en el recorrido, porque quieren a su Maestro y sufren por él, creían en el Maestro y ahora dudan de él.
Ha salido también la que hacen las mujeres del entorno de Jesús. Tal vez ellas decidían con más cariño que miedo, tal vez ellas tenían menos razones para temer, tal vez… tal vez es que todo lo puede el corazón de una Madre.
A la misma hora salieron, como quien va a su trabajo, los que habían de ejecutar la sentencia: un centurión, unos soldados, gente que la tradición recuerda más dispuesta a la burla que a la piedad.
En aquella mañana, el cortejo más numeroso era el de los curiosos.
Pero el más tenebroso era sin duda el de los vencedores, el de los autosuficientes, el de la crueldad y el sarcasmo.
Todos se habían movido con el Nazareno. Todos habían salido por el Nazareno. Todo era normal alrededor de aquel hombre que iba camino de la muerte: miedos y cariño, esperanzas y dudas, curiosidad, burlas y sarcasmos.
Todo en aquella mañana era viejo como la humanidad, todo era lo de siempre, todo… menos el amor de Jesús, menos la compasión de la víctima, menos el perdón que el crucificado reclama de Dios para quienes lo crucifican.
En la próxima Semana Santa cada uno habrá de escoger el cortejo con el que va a caminar. Para ti, que te dices de Cristo –cristiano-, sólo cabe escoger la novedad de su amor: ¡Sin contemplaciones!

Artículo Semana Santa

(ABC 05/04/2011)
La Semana Santa es la conmemoración que los cristianos hacemos cada año de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Esta remembranza se manifiesta en una serie de actos litúrgicos que comienzan el Domingo de Ramos con la procesión de las palmas y finalizan con el llamado Triduo Sacro los días Jueves, Viernes y Sábado Santos. Tras estos oficios, el Domingo de Resurrección comenzaría el tiempo pascual, tiempo de alegría y exultación por la Resurrección del Señor.
Todos los cristianos del mundo nos unimos en la contemplación de estos sagrados misterios en los días santos por excelencia. Pero unidos a las celebraciones litúrgicas, cada país, cada región, cada pueblo ha desarrollado a lo largo de los siglos otras maneras de recordar la Pasión y Muerte de Jesucristo. Y es aquí, donde habría que enmarcar nuestras procesiones de Semana Santa. Porque sin la liturgia que las sustenta, sin las creencias que proclaman, no serían nada, y casi podríamos decir que nunca habrían llegado a existir. No podemos olvidar que este fenómeno procesional ya existía en la Edad Media, pero que fue el Concilio de Trento el que lo apoyó y promocionó como una forma de evangelizar al pueblo iletrado: los pasos se concibieron como «catequesis visuales». Un siglo especialmente afortunado en lo artístico creó las maravillosas imágenes que hoy seguimos contemplando en Semana Santa. Pero todo ello estaba imbuido de un respeto hacia lo que representaban, incluso en sus manifestaciones más populares.
Evidentemente, las procesiones de la Semana Santa sevillana, de gran antigüedad y tradición, han sido y son contempladas desde otros aspectos. Grandes investigadores y estudiosos nos han dejado obras interesantes, rigurosas y científicas desde los puntos de vista histórico, sociológico o antropológico. Estudios que así escritos enriquecen nuestra perspectiva sobre un hecho que inexorable y anualmente se repite en nuestra ciudad.
Sin embargo, en los últimos tiempos, hay quienes están empeñados en catalogar nuestra Semana Santa con el aséptico término de «evento cultural», despojándolo de toda referencia religiosa. Un apelativo que lo mismo designa una «performance» artística que un partido de fútbol o un concierto de rock. Pertenecen estas dos palabras a ese grupito de términos moldeables que lo mismo valen para un roto que para un descosido: se adaptan a la perfección a la intención del que las usa.
Habrá quien culpe de ello al célebre laicismo imperante. Pero no toda la culpa la tienen los que están «fuera», progres o ateos nada tolerantes para con los que somos cristianos, que como las golondrinas de Bécquer, cada primavera vuelven con sus arengas antiprocesionales.
Mucha culpa la tenemos también los de «dentro». Y es en este punto donde hay que pararse a reflexionar. La falta de formación cristiana es uno de los problemas más acusados entre los que se denominan cofrades. Bien porque no han podido formarse en su familia, bien porque no han pasado de las catequesis de Primera Comunión y no han sabido o podido evolucionar en su fe, el caso es que los mayores desmanes provienen de «nuestra gente».
Gente a la que no se ha ayudado a crecer en la fe, para que puedan pasar de la simple y superficial devoción a su Cristo o a su Virgen a una vivencia más profunda de lo que ese amor a los titulares significa. Gente que piensa que la procesión del Corpus Christi es aburrida y larga, sin saber que es precisamente la Eucaristía el fundamento máximo de nuestra fe. Y que esa Sagrada Forma, que es Cristo vivo, vale más que todas las imágenes del mundo, que no son más que lejanos reflejos del Cristo real que se da en este sacramento.
Gente que no ve contradicción en apoyar el aborto, la eutanasia o la pena de muerte con la fe cristiana. Gente que no va a ninguna Misa salvo las de difuntos (y esas, por compromiso) porque piensan que la Iglesia nada tiene que ver con ellos. Gente que cree que las cofradías son una cosa y el cura de su parroquia otra. Gente que por sistema, desconfía de consejos de los sacerdotes, porque «lo que ellos quieren es mandar en mi hermandad». Gente que no se lee las encíclicas del Papa, pero que las critica a la primera, sólo porque en la tele y la prensa las han criticado.
Gente que piensa que las hermandades lo único que tienen que hacer es sacar pasos a la calle, sin preocuparse de la formación espiritual de sus hermanos. Gente que mide el valor de una estación penitencial por cuestiones meramente superficiales como la música, el movimiento del palio o las cuadrillas de costaleros. Gente que cuando va a un besamanos o a otro acto de culto, sólo se fija en las flores, la cera, para poder criticar a gusto y despellejar al prioste, y de paso a toda la junta de gobierno. Gente que por ocupar un cargo son capaces de intrigar entre sus propios hermanos.
Gente que llamándose «católica y romana» no acepta las directrices de su pastor porque son contrarias a su opinión. Gente que aferrada a una tradición que no es tal, practican la acepción de personas, negando la estación de penitencia a sus hermanas. Gente que sale de nazareno como el que se viste de carnaval. Gente, en fin, que encontramos en todas y cada una de nuestras hermandades.
Ya el Papa Juan Pablo II alertó de la necesidad de una «nueva evangelización» en Europa. Los cristianos europeos, por comodidad o indolencia, han ido perdiendo vigor en su fe. Una fe que en muchos casos es meramente testimonial, reducida a bodas, bautizos y primeras comuniones como actos sociales. La propia familia ha dejado de transmitir los rudimentos de esa fe: ni los padres ni los abuelos rezan con sus hijos las oraciones más sencillas. Muchos no los llevan a Misa. No les explican lo que significan las distintas fiestas: Navidad, Epifanía, Semana Santa… ¿no tienen tiempo o no tienen ganas de molestarse? habría que preguntarse. Y no olvidemos que estas familias, que a lo mejor tienen fotos enmarcadas de sus titulares en las paredes de su casa, son las que componen nuestras corporaciones.
Esta dicotomía entre fe y vida, reduce las manifestaciones religiosas a algo banal. Y la banalidad aplicada a las procesiones de Semana Santa suele tener pésimos resultados. Mucha gente cree que los pasos son un espectáculo que se contempla. Y como tal se comporta. Se molesta a los penitentes, se come, se bebe, se arma jaleo… pero luego alguno vestirá su túnica y ocupará su lugar en el tramo. Y así encontramos desgraciadamente devociones más cercanas a la idolatría que a la fe cristiana.
A muchos molesta que la jerarquía eclesiástica hable y hable sobre la importancia de la formación en las hermandades. Más de uno piensa para sí que los obispos quieren convertir las cofradías en conventos o seminarios. Pero nuestros pastores lo único que hacen es cumplir su misión: intentar llevar por buen camino al rebaño que se le ha encomendado. Y nosotros, si de verdad somos tan «católicos, apostólicos y romanos», debemos luchar porque nada ni nadie nos robe el sentido primero de nuestra Semana Santa, la piedra angular sobre la que descansan nuestras devociones, amores y sentimientos: la fe en Cristo Jesús que un día de hace 2000 años dio su vida crucificado para salvarnos.

lunes, 28 de febrero de 2011

Reflexión 4


Hambre de futuro… hambre de Cristo:


En Túnez hubo muertos y cambios. También en Egipto. En Libia se pueden contar muertos sin que todavía se puedan definir cambios.
Es un hecho: Se movilizan los pueblos y se tambalean las estructuras de poder que los tienen sometidos.
Hasta ahora han sido pueblos de lengua árabe los que, vencido el miedo, han llevado a las plazas sus reivindicaciones. Pero no ha sido la lengua, tampoco la religión, la fuerza que los ha movilizado. Lo que anima a hombres y mujeres de lugares tan lejanos unos de otros y tan diferentes se le podría llamar hambre de futuro.
En efecto, es un deseo, urgente como el hambre, y lo están padeciendo los pueblos en todas las latitudes. No es difícil prever que mañana serán otros pobres, otros engañados, otros oprimidos, con otras lenguas, con otra cultura, los que lanzarán su grito en calles y plazas, con la esperanza de abatir muros levantados para proteger intereses de pocos contra necesidades de muchos. Se alzarán otros pueblos, y no será sólo en tierra de tiranos, sino también en los llamados países democráticos: El hambre de futuro sacudirá los cimientos de la sociedad.
Sin verdad no hay libertad; sin libertad no hay justicia; sin justicia no puede haber paz.
La Iglesia se siente cerca, muy cerca, de cuantos acarician una esperanza y creen que es posible otro mundo. Ella, por su naturaleza, es una comunidad de hombres y mujeres con hambre de futuro, de mundo nuevo, de humanidad pacificada, reconciliada, austera, solidaria y libre; y goza cuando intuye que su vocación es compartida también por quien todavía no sabe llamar Cristo a la propia esperanza.
La historia tiene un sentido, y lo señala una flecha grabada al fuego del Espíritu en el corazón de cada hombre: pese a todas las formas de explotación, de esclavitud y de muerte que llenan de sufrimiento la vida de los pobres, el mundo camina hacia la verdad y la libertad, hacia la justicia y la paz. Un cristiano sabe que, pese a todo, el mundo camina hacia Cristo.

P. D.: Los muertos de Libia, todavía no enterrados, desentierran en la conciencia individual a los muertos olvidados en los campos del hambre, en los caminos de la emigración, en los antros oscuros de la explotación laboral, del comercio sexual y de la trata de personas.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

reflexión 3

LECCIONES DE LA HISTORIA
JOSETXU APELLÁNIZ

En Egipto, una vez más, la historia nos ha dado una lección.
Los pobres, esos que viven con menos de euro y medio al día (dos dólares, dicen), se han organizado. Primero para protestar por sus duras condiciones de vida. Y de paso, para pedir un Gobierno democrático, que sustituya al que tenían.
Finalmente, hasta se han organizado para limpiar calles y plazas, y para borrar las pintadas de paredes y monumentos.
Y lo han conseguido. Es verdad que aún quedan muchos pasos por dar. Pero, de momento, han logrado tumbar al Gobierno y a su Presidente. Ahora ha sido en Egipto. Antes fue en Túnez, en Ecuador… Y mañana será en…
Al final, va a ser verdad eso que algunos hemos pensado y dicho tantas veces: los pobres, cuando se organizan, son capaces de cambiar la Historia.
Y nosotros, ciudadanos europeos, seguimos mirando a los países del Tercer Mundo con cierta superioridad: nosotros somos más inteligentes, más desarrollados, tenemos más recursos; mientras que ellos son ignorantes, corruptos, pobres, condenados a vivir explotados de por vida.
¿Seríamos capaces, con nuestra cultura democrática, de organizar una protesta de 18 días, con sus noches, sin abandonar las calles hasta lograr lo que queremos? ¿Seremos capaces de aprender las lecciones que los pobres de nuestro mundo nos siguen dando? ¿Nos bajaremos, alguna vez, del pedestal de nuestra supuesta superioridad, para aprender algo de los demás?
Ésta es la cuestión.

Reflexión 2

LLAMADO A CUMPLIR UNA VISIÓN
VERÓNICA PÉREZ, Pastora Pentecostal,

“Cuál era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para combatir, para salir y para entrar…” (Josué 14.11b).
En la historia antigua del pueblo de Israel, fueron enviados Caleb, Josué y otros diez más a reconocer la tierra prometida para conquistarla. De regreso diez tuvieron una actitud negativa con respecto a la conquista porque vieron gigantes habitando la tierra y se paralizaron, mientras Caleb se mantuvo fiel a Dios, creyendo en que Dios les daría esa tierra, vencerían y así fue. Preguntémonos. ¿Cuándo vemos los problemas como gigantes, tenemos una actitud negativa como los diez? o ¿Tenemos convicción y nos sentimos representados en Caleb y su fe?
En nuestro mundo hoy, si queremos mantener la actitud de Caleb necesitamos apropiarnos de las palabras del salmista al decir: “Mis ojos siempre se dirigen hacia Dios. Porque El saca mis pies de la red” (Salmo 25.15).
Tener visión ya es una fuerza que te mueve para poder vencer. La mirada en Dios fortalece tu convicción para cumplir una visión. Para vencer debemos empezar por nuestros propios gigantes internos y así podremos contra los gigantes que están afuera de nosotros.
Hoy necesitamos tener fe, es el paso importante para la convicción, para ser vencedores.
Preguntémonos, ¿cuál es mi fuerza antes y la de ahora para vencer? Esa fuerza de fe esta en tu interior. Es importante alimentarla con las cosas buenas que la vida te da. Aprender a ver más allá de lo que la mayoría de gente ve, la mirada corta atranca, no logras tener una perspectiva de la realidad y no te permite avanzar.
Cuando tienes una actitud de convicción ante la vida, recibes lo que te da y sigues caminando hacia adelante, es una señal de que nada te detendrá. Tu fidelidad está centrada en Dios.
Para nosotras hoy, tomar la tierra implica luchar en medio de las tragedias que vivimos el día a día. Eso es vencer los gigantes. Luchar con valor por lo que Dios prometió es hacer de esa promesa, la tierra, un espacio para ti y tu familia.
Si Dios está conmigo todo será como El ha dicho: Vencer, conquistar, salir y entrar. Con esa convicción ni nos preguntamos ¿Qué gigantes debemos vencer? Miedo al que dirán, miedo a los retos nuevos, miedo a los que te acusan, miedo a perder tu espacio… ¿Miedo al miedo? ¡Uh, no tengas miedo! Dios está contigo también, eso nunca lo olvides. ¿Oíste?