jueves, 7 de abril de 2011

Reflexión 5

Pendiente en la cruz por ti. Si tuviéramos que pensar en la muerte de un Dios, nunca hubiéramos pensado en clavarlo en un palo y dejarle allí en agonía horrorosa viendo a la muerte que se acercaba lentamente, y que se frotaba las manos, ante la pieza que iba a cobrar. Horror e ignominia.

Pendiente de la cruz por ti. ¿Quién es? Para unos es un malhechor, un impostor, un rey de burla, un falso mesías. Pero para otros era un rey de gracia y misericordia; por eso el ladrón le suplicaba: Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino. ¿qué diría Juan, el discípulos amado, las piadosas mujeres, que diría José de Arimatea y Nicodemos, que diría su madre María? ¿Y qué quieres decir tú? ¿Quién es para ti ese que cuelga de la cruz? Tú ya puedes hablar con más conocimiento de causa, porque has experimentado en ti la fuerza de su resurrección. Tú ya sabes que es el Siervo de Dios que cargó con tus dolencias, que fue azotado, herido y crucificado para que tuvieras vida y que dio su vida para manifestarte su amor.

Recuerda y medita: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos; En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros; Me amó y se entregó por mí. Quédate con estas palabras, grábalas en tu corazón, ábrete a este amor inmenso de Cristo crucificado y dile sincero tu amor. Pendiente en la cruz por ti, para que ter acerques. Levantado en alto por ti, para que lo mires. Entre el cielo y la tierra por ti, intercediendo. Llorando y agonizando por ti, para que vivas. Y los brazos abiertos por ti, para abrazarte.
  Y para que tú prolongues mis abrazos, y siempre la tierra de semillas fraternales y brote una floración de reconciliación y solidaridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario